domingo, 28 de abril de 2013

Karmalidades y/o Mala suerte

Hacía días, me atrevería a decir semanas que estaba esperando este momento. Mis mañanas, tardes y noches están culminadas de quehaceres, tareas escolares, manualidades obligatorias (nunca intentes cumplir quince años y hacerlo todo vos sola) y más, apenas si logró encontrar un tiempo para respirar en los recreos (irónico que mis tiempos de ocio tengan que darse precisamente en la escuela). Este año estoy a full con todo, ahora mi pregunta es ¿por qué si solo soy una adolescente?
Volviendo al tema, estuve esperando este anhelado momento: el poder sentarme, abrir mi blog, leer lo que me apetezca y escribir todo lo que me plazca. Lo que más rabia me produce es que busco la inspiración todo el tiempo, en todo lugar y toda persona, y cuando finalmente aparece sin que nadie la llame ¡no tengo tiempo para descargarla! ¿Y qué pasa después? Nada, simplemente se va en cuanto osé agarrar un cuaderno y un lápiz. Las personas lo llaman karma, yo lo llamaría extrema mala suerte.
Este es tan solo uno de los ejemplos más comunes de mis karmalidades, al igual que las repetidas veces en las que me puse una alarma en el celular para recordar algo y resulta que este se quedó sin carga sin que yo pudiese notarlo (¡Es mala suerte, no me jodan!) o que cuando por fin encendí la computadora para enviar algunas fotos (no vendría al caso explicar por qué) resulta ser que me olvide de pasar esas benditas imágenes del pendrive de mi mamá a la netbook.
Y lo peor es que todo está conectado, porque si el celular no se hubiese quedado sin carga, la alarma habría sonado, lo que me hubiera recordado que tenía que pasar las fotos, las cuales probablemente habría podido enviar. Sin embargo no, nada de esto sucedió y es factible que no suceda, salvo que mi mente se ilumine y recuerde hacerlo la próxima vez.
Me sorprende como estas cosas tan comunes, estas trivialidades mías (y de todo el mundo) logren sacarme tanto de quicio. Según mi vieja es porque soy perfeccionista, y si lo soy, pero lo que me pasa es que soy una  perfeccionista que padece de mala suerte.
Finalizando esta pequeña catarsis nocturna, podría concluir diciendo que estos repentinos "ataques" de mala suerte le ocurren a cualquiera, a todos, todos los días y en todas partes del mundo. Y, ya que alguna vez tenía que pasarme, ésta vez me tocó a mí.
Eso si, si lo mio es karma o mala suerte, se los dejo a su criterio.
                                                                               Buenas noches.

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