martes, 7 de mayo de 2013

Reflexiones nocturnas I

Hace algún tiempo, no sabría decir cuánto, me encuentro buscando (o tal vez esperando) un cambio. Algo nuevo, emocionante e imprevisto; como cuando se lee un libro aburrido y solo una oración hace que este se vuelva tan interesante que no podemos parar de leerlo.
Mi vida necesita un cambio, aires nuevos, personas nuevas. Descubrí que, en el fondo, tengo alma de nómada, no puedo hacer que todo permanezca igual siempre, no puedo escuchar la misma música, ver las mismas películas o leer los mismos libros. Necesito adquirir nuevos conocimientos todo el tiempo. En otras palabras: detesto la rutina. 
Me fastidia, me desespera, me pone de mal humor ser rutinaria. Sin embargo, lo soy, soy una persona predecible, de quien se podría imaginar que dirá, que no, que piensa, que le gusta, que siente. Trabajo en ello, anhelo cambiarlo. Mi deseo para este año es ser más impulsiva. Admiro a aquellos que lo son, que tienen la capacidad de no pensar en todo antes de actuar, que se guían por lo que su alma y su corazón les dicta y no por lo que la razón aconseja. 
Lo bueno de esto, según dicen (o de lo que intento convencerme) es que se puede cambiar. Absolutamente todo puede fluctuar*, puedo moldearme si así lo deseo. Afortunadamente, aún no estoy definida...

Fluctuar: Cambiar alternativamente. (Palabra aprendida hoy mientras estudiaba Salud y Adolescencia)

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