Como suele suceder durante estas fechas, las emociones contenidas en el año desbordan en forma de nostalgia y me obligan a encontrar un hueco para escribir entre tanta festividad, que resalta ojeras (lo cual resulta nada favorable para aquellos que, como yo, parecieran haber nacido cansados) y nos roba más de un bostezo por día.
Este 2014 tuvo sus alegrías y sus tristezas; sus blancos y negros, lo que no impidió la existencia de matices que colorearon mis días. Al igual que en toda familia, la vida continuó; aprendimos a sobrellevar las pérdidas acostumbrándonos al dolor pero sintiendo siempre presente la ausencia de aquellos que nos dieron su último adiós. Y por fortuna, la remamos juntos, a veces con más dificultad pero saliendo siempre a flote unidos por lo más importante: el amor.
En lo personal, tuve la suerte de conocer seres maravillosos que me ayudaron a crecer como persona con sus consejos y sus ganas de vivir. Probé cosas nuevas, viví experiencias inolvidables, viajé, reí hasta que me dolió la panza, quise mucho, aprendí, me llené de buenas vibras y fui siempre fiel a mi misma.
Sin dudas, fue un gran año que me dejó miles de nuevos recuerdos que quedarán grabados en mi memoria. No puedo más que agradecerle a quienes me acompañaron y contribuyeron a hacer de este 2014 un año memorable.
Por eso, este 31 a las doce brindo con la copa en alto y la esperanza de un 2015 repleto de sorpresas y mucho mucho amor.
Y a mis amigos, familia y lectores...
¡Felicidades!!!
Aylén
No hay comentarios:
Publicar un comentario