jueves, 31 de julio de 2014

Manías infantiles

Durante mi infancia lo normal para las chicos era completar álbumes de figuritas, generalmente de series o dibujos animados, pero yo, rarita como de costumbre, tenía pasatiempos mucho más extraños.

A los cinco, se me había dado por juntar en una bolsita los envoltorios de las golosinas (sí, guardaba papelitos de caramelos). Sin embargo, la consigna no era tan simple: tenían que ser míos, coloridos y tener algún tipo de brillo, nada de papeles transparentes y fuera de onda. Así, esperaba ansiosa la hora de ir a casa del abuelo, que siempre tenían algún dulce bajo la manga, anhelando contemplar la nueva pieza para mi colección.

Nunca supe con exactitud de dónde surgió la manía de los caramelos ni mucho menos cuál era su finalidad, lo que sí recuerdo a la perfección es que una mañana mi madre, harta de ver envoltorios por todas partes, espero pacientemente mi distracción y arrojó meses de ardua recolección al cesto de basura. Se podrán imaginar mi indignación al enterarme de la noticia al día siguiente; estaba tan enojada que puse a madre en capilla (secretamente, claro está) por una semana. Todo un castigo(?)

Después, a los siete, se me ocurrió que quería coleccionar stickers raros (en otras palabras, los que nadie más compraba). Así, mientras todas las demás niñas intercambiaban las figuritas de Floricienta, yo iba y elegía todos los días mi plancha de stickers. Lo más extraño es que no me gustaba pegarlos, quería conservarlos para siempre en su paquete original, bien a lo "friki colecciona cómics". De esta forma, los hermosos álbumes que me compraban mis abuelos quedaban relegados a un costado en la mesita de luz.

Tengo que admitir que llegue a tener cantidades incontables y de las más variadas clases de estas pegatinas: De flores, de hadas, de perros y gatos, con brillantina y hasta en 3D. Todos cuidadosamente guardados en una cajita que aún conservo como recuerdo de una de mis disparatadas manías infantiles.

A los stickers le siguieron los muñequitos de la Cajita Jack,  los papeles de carta, los accesorios de Betty Boop... ¡Un día hasta se me ocurrió juntar mariposas! (eso duro poco, gracias a dios)

Mi última gran manía fue la de coleccionar cuadernos y agendas, lo cual todavía continuo haciendo ya que, como dice mi sabia madre, ¡el espíritu de cartonera no me abandona con los años!

2 comentarios:

  1. Uf manías infantiles tuve miles... figuritas de pokemon, cuando todas las nenas coleccionaban de cosas "femeninas" cartitas perfumadas que guardaba en carpetas con folio e intercambia, muñequitos de pokemon y dinosaurios que aún conservo...

    Te sigo y leo

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  2. Muchas gracias por pasar, Constanza. Me alegra saber que no soy la única ¡yo también coleccionaba dinosaurios! jajajaja

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